A principios de los 90 apareció el concepto de inteligencia emocional (IE), este constructo se define como la habilidad para percibir emociones; para acceder y generar emociones que faciliten el pensamiento; para comprender emociones en uno mismo con en los demás. Dentro del concepto de IE, aparecen cuatro habilidades que son: percepción, facilitación, comprensión y reparación o regulación emocional. La regulación emocional comprende aquella parte destinada al proceso por el cual los individuos influyen en las emociones que tienen, cuando las tienen, y cómo las experimentan y las expresan. De modo que una buena regulación emocional (reappraisal) incluiría un adecuado conocimiento y comprensión de las emociones, así como su aceptación, la habilidad para controlar los comportamientos impulsivos y participar en comportamientos congruentes con las propias metas durante experiencias emocionales angustiantes, así como la posibilidad de ejercer un uso flexible de las estrategias en función de la situación.

El uso de estrategias de regulación emocional es innato, sin embargo su correcto uso viene determinado por un gran número de variables. Con el paso de los años las personas se vuelven más expertas en el manejo de sus emociones, los ancianos pueden controlar situaciones de fracaso, contextualizarlas y sobreponerse a las mismas con mayor éxito que los adultos jóvenes. Es decir, tienen la capacidad de conocer sus emociones, regularlas y expresarlas con mayor ajuste al objetivo que ellos quieran conseguir.

Por otro lado, es conocido el uso de estrategias negativas de regulación emocional como la supresión emocional. Esta estrategia consiste en únicamente expresar y dar lugar a las expresiones con las que no sintamos más cómodos. En objetivos a largo plazo, como aprobar un curso académico, se ha demostrado que el uso de la represión emocional es contraproducente ya que el ejercicio de ocultar y no liberar al cuerpo de esa carga emocional conlleva a un gran agotamiento emocional, poco descanso, escasa concentración y gran irritabilidad. Como se mencionó anteriormente, el uso de esta estrategia sería ineficaz y no se conseguiría el objetivo de aprobar el curso académico.

Desde nuestros centros de día en Madrid apostamos por un trabajo en el manejo de las emociones ya que nos aportan grandes beneficios en nuestro día a día. Realizamos técnicas de relajación que enseñamos a nuestros mayores para que puedan aplicarlas de manera autónoma. De esta manera conseguimos por un lado reducir los niveles de estrés, tensión muscular agitación y malestar y por otro obtenemos beneficios que nos ayudan a conciliar el sueño, un aumento de la oxigenación cerebral que permite tener una mayor concentración para la realización de las tareas de estimulación cognitiva y a reevaluar los pensamientos negativos.

Autor: Alba González Quevedo

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