¿Qué es el Alzheimer?
El Alzheimer es el tipo más común de demencia. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa, es decir, irreversible y progresiva. El síntoma más conocido es la pérdida de memoria, sin embargo, también cursa con otros problemas cognitivos, disfunciones motoras, alteraciones conductuales, etc. La causa de la patología se debe a un acúmulo excesivo de una proteína llamada tau en el sistema nervioso central. El principal factor de riesgo es la edad, aunque también influye el sexo, la genética, la etnia, la dieta e, incluso, el nivel educacional.
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¿Qué tan importante es el ejercicio físico en el Alzheimer?
El ejercicio físico juega un rol importantísimo tanto en la prevención como en el tratamiento del Alzheimer. Sus efectos a largo plazo radican en el retraso de la aparición de la pérdida fisiológica de memoria relacionada con la edad, por lo que se trata de una estrategia preventiva relacionada con la neurodegeneración. Es más, el ejercicio físico es un factor protector contra la enfermedad. De esta forma, una persona sedentaria posee un mayor riesgo de desarrollar Alzheimer que una persona activa físicamente. Por otro lado, el ejercicio físico también posee efectos beneficiosos es cuanto al rendimiento motor y la velocidad de procesamiento cognitivo.
Todos estos aspectos se logran gracias a que el ejercicio físico produce cambios estructurales y funcionales en el sistema nervioso central. La actividad física promueve fenómenos fisiológicos como la génesis de nuevas neuronas y conexiones entre ellas o la síntesis de neurotransmisores, lo que mejora el aprendizaje o la memoria. Además, el ejercicio físico modula la función inmune ya que posee efectos antiinflamatorios, lo que ayuda a un control de la progresión de la enfermedad.
Por último, el ejercicio físico es tan importante en esta enfermedad ya que promueve la neuroplasticidad. Pero ¿qué es la neuroplasticidad? La neuroplasticidad es la capacidad del sistema nervioso central para reorganizarse funcionalmente. Esto es realmente interesante en la enfermedad de Alzheimer ya que se produce una atrofia cerebral. Para que se entienda mejor, la neuroplasticidad se puede comparar con la productividad de una empresa. Si un trabajador se da de baja, el resto de sus compañeros se tendrá que repartir su trabajo para que la empresa siga funcionando. Algo similar sucede en el sistema nervioso cuando un área se encuentra dañada o atrofiada, como es el caso del Alzheimer. Las neuronas que se encuentran alrededor pueden reorganizarse funcionalmente para asumir las funciones que cumplían aquellas que se encuentran dañadas. Por tanto, el ejercicio físico también es una gran herramienta para evitar la progresión de la demencia.
Conclusión
El ejercicio físico es una gran herramienta terapéutica con múltiples beneficios a la hora de prevenir y retrasar la progresión de la enfermedad de Alzheimer, no solo a nivel motor sino también a nivel cognitivo y conductual. Por tanto, cualquier persona en riesgo de padecerla o ya diagnosticada debe participar en un programa de actividad física organizada, pautada y supervisada por un fisioterapeuta especializado en la neurorrehabilitación.
Autor: Javier González López