Para evaluar los diferentes procesos, se utilizan una serie de pruebas psicométricas estandarizadas, lo que significa que estas pruebas han sido pasadas a sujetos sanos para poder establecer el rendimiento normativo a través de análisis estadísticos. Así, tras la realización de las pruebas, se comparan los resultados con el grupo de edad al que pertenece el paciente para comprobar si existe o no alteración del proceso cognitivo que evalúa dicho test. También se pregunta al paciente o a su entorno acerca de la realización de tareas en su vida cotidiana, pues es una información muy importante para sacar conclusiones diagnósticas, y a veces hay déficits que no aparecen en las pruebas pasadas.
A partir de la evaluación neuropsicológica se determina si es una pérdida de capacidades asociada a un envejecimiento sano. Por el contrario, si se trata de un deterioro cognitivo, se señalan las áreas que están afectadas, y con ello el tipo de deterioro observado (de tipo amnésico o no amnésico, que afecte a un área cognitiva o a varias).
Dicha valoración, junto con las técnicas de neuroimagen a través de las cuales se observa el estado del cerebro, permiten al neurólogo emitir un diagnóstico de deterioro cognitivo o demencia, el cual guiará la intervención farmacológica a llevar a cabo con dicho paciente, así como los posibles síntomas que puedan ir apareciendo. Las enfermedades neurodegenerativas más frecuentes son la Enfermedad de Alzheimer, la Enfermedad de Parkinson, Demencia por Cuerpos de Lewy, Demencia vascular yDemencia frontotemporal.
Además de los fármacos, es recomendable realizar desde el momento del diagnóstico una rehabilitación neuropsicológica adaptada a las condiciones de cada paciente, cuyos objetivos han de ser: el refuerzo de la autonomía del paciente, la guía de los familiares para hacer frente al déficit, el entrenamiento en estrategias compensatorias que permitan la menor incidencia posible de la alteración sobre la vida diaria, la creación de hábitos y rutinas y la estimulación cognitiva.
De esta manera, la estimulación cognitiva en mayores está incluida dentro de esta rehabilitación, y su principal objetivo es el entrenamiento de los procesos cognitivos alterados. Se basa en la repetición de diferentes actividades en las que se pone en práctica la capacidad alterada. Como propuso Ramón y Cajal, las conexiones neuronales se establecen y fortalecen a través de la estimulación. De hecho, se ha comprobado que los efectos de la rehabilitación cognitiva producen cambios a nivel conductual y también en la propia fisiología del cerebro. En el caso de procesos neurodegenerativos, el objetivo nunca será la obtención de una función cognitiva en el estado previo a la aparición del deterioro, sino la ralentización del proceso neurodegenerativo.