El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la lesión del sistema nervioso central cuyas manifestaciones clínicas se basan en la presencia de trastornos motores, cognitivos, del habla y de la deglución. Es habitual que el enfermo de Parkinson, sus familiares e incluso los médicos focalicen el tratamiento de estos pacientes en los trastornos motores dejando a un lado el resto de patologías. Sin embargo, es sumamente importante la intervención en cada una de las áreas lesionadas, ya que trabajando sobre todas y cada una de estas se conseguirá mantener una buena calidad de vida en el enfermo.

En nuestro centro de día especializado en Parkinson trabajamos con un equipo de logopedas expertos. A nivel logopédico se podrá mantener la calidad de vida del enfermo de Parkinson a través de la intervención en el habla y la deglución. Es habitual que una persona que presenta Parkinson muestre alteraciones en el habla,  que de no ser tratadas dificultarán en gran medida la comunicación de dicha persona con su entorno. Como consecuencia a esto se producirá un aislamiento social. De la misma forma, serán frecuentes  las alteraciones en la deglución, las cuales no solo conllevan un deterioro físico considerable, sino que disminuyen el placer y la felicidad que da alimentarse.

Además de estas alteraciones, es habitual que la persona con Parkinson desarrolle hiponímia o pérdida de la expresión facial, disartria hipocinética, alteración en la función respiratoria, presencia de trastornos en la articulación y en la resonancia, disfagia y disgrafía.  En todos estos campos puede actuar el logopeda, mejorando con ello la calidad de vida de las personas. A continuación se expondrán en qué consisten cada uno de estos aspectos y como su desarrollo podrá influir de forma negativa en la calidad de vida de estas personas.

La hiponímia o pérdida de la expresión facial es fruto de la rigidez en la musculatura y  de la bradicinesia (lentitud en el inicio o finalización de los movimientos o enlentecimiento de estos). Esta alteración produce un semblante fijo y una mirada rígida, llegando a desarrollarse en fases avanzadas de la enfermedad una inmovilidad total de la musculatura facial. Esta alteración producirá que el paciente no se reconozca frente al espejo y que se den malentendidos entre los familiares y la propia persona en cuento a estados de ánimo o sentimientos.

La disartria hipocinética  produce un habla lenta, débil y monótona. Esta junto con los trastornos articulatorios, fruto de la rigidez muscular y los trastornos en la resonación, debido a una insuficiencia velofaríngea, harán que a medida que avance la enfermedad se produzcan dificultades a la hora de entender al enfermo, dificultándose la comunicación entre el enfermo y su entorno y con ello sus relaciones sociales.

La tan característica rigidez muscular, esta vez en la cavidad torácica, junto con una postura inadecuada y una incoordinación de los movimientos y de la bradicinesia, producirán una respiración superficial y poco funcional. Produciendo de nuevo, dificultades en la comunicación del paciente con las personas de su entorno, ya que se tenderá a hablar con una baja intensidad.

Será muy frecuente también la disfagia orofaríngea. Esta, además de poder  producir a nivel clínico malnutrición, deshidratación y neumonías aspirativas, a nivel social conllevará un aislamiento durante las comidas dejando al enfermo de Parkinson a un lado en los actos sociales, tan típicos en nuestra sociedad. Esta alteración es muy frecuente a medida que avanza la enfermedad.

En todos estos aspectos interviene el logopeda. De forma que por todas ellas y con el fin de evitar en la medida de lo posible tanto las alteraciones clínicas como las consecuencias sociales que estas conllevan, es importante que un logopeda intervenga en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Este profesional no podrá revertir la enfermedad, pero podrá enlentecer al máximo el desarrollo de sus manifestaciones clínica y con ello se mantendrá una mejor calidad de vida en el enfermo de Parkinson durante el mayor tiempo posible.

Autor: Alba González Quevedo

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