En esta entrada vamos a analizar el enfoque del síndrome del cuidador, cuidando al que cuida. Ante enfermedades tipo Parkinson, Alzheimer, demencias etc. y en general ante cualquier afección, cuando un familiar está enfermo repercute, no sólo sobre la persona afectada sino también a su familia y entorno más cercano.
Las consecuencias en el paciente ocurren tanto a nivel físico, como cognitivo y emocional, alterando su funcionalidad y autonomía, lo que conlleva a una pérdida de independencia, lo cual va a recaer sobre los familiares más directos.
Por otra parte, los familiares atraviesan una importante situación de estrés, acompañado de un sentimiento de pérdida, ya que nuestro familiar no es el que era, y surge la necesidad de modificar los roles familiares para ajustarse a esta nueva situación. A todo lo anterior hay que añadir lo prolongado de los tratamientos y el aislamiento social derivado de dicha situación, lo cual supone una sobrecarga emocional y física y en general, en todos los aspectos. Esto es lo que se conoce con el nombre de Síndrome del Cuidador.
El Síndrome del Cuidador es un trastorno que se presenta en personas que desempeñan el rol de cuidador principal de una persona dependiente y se caracteriza por el agotamiento físico y psíquico. La persona tiene que afrontar de repente una situación nueva para la que no está preparada y que consume todo su tiempo y energía. Todo ello, conduce a una situación de estrés continuado, causado por el desconocimiento, la falta de información, tratar de compaginar el cuidado de su familiar con sus responsabilidades ordinarias, asumir y responsabilizarse por completo de la vida del afectado (medicación, visitas médicas, cuidados, higiene, alimentación, etc.) con una preocupación excesiva, perdiendo paulatinamente su independencia decayendo así la calidad de vida del cuidador etc. Todo ello se manifiesta con los siguientes síntomas: agotamiento físico y mental, cambios de humor repentinos, depresión y ansiedad, tristeza; conductas de consumo abusivas: tabaco, alcohol, trastorno del sueño, alteraciones del apetito y del peso, aislamiento social, problemas de memoria, de atención y problemas laborales entre otros; en una lucha diaria ante la nueva situación.
“Queremos cuidar y cuidar bien, pero a veces sentimos que la situación escapa a nuestro control. Nos sentimos mal por no haber reaccionado como “tocaba”. Sentimos que no estamos a la “altura” de las circunstancias. Nos sentimos culpables por disfrutar de las cosas, por dedicarnos tiempo o cuidarnos a nosotros mismos o incluso por pedirlo”.
Para evitarlo, se debe en primer lugar, aceptar que existe un problema. También aceptar que no es el único cuidador. Involucre a otros y pida ayuda, dedíquese tiempo y momentos de respiro: tiempo libre, ocio, cuidado de uno mismo. Procure tener un tiempo reservado para hacer cosas propias. Intente facilitar la autonomía del familiar al máximo, favoreciendo la adaptación del entorno.
Así, es importante la información y formación. Comente la evolución del paciente con sus familiares y otros cuidadores. Acuda a Centros de apoyo y ayuda con enfermos que se encuentren en la misma situación o similares a las de su familiar. Acuda a Asociaciones, ONG’s, Centros de Día y siempre que lo necesite, contacte y pida ayuda a los profesionales sanitarios.
“Queremos cuidar y cuidar bien, pero a veces sentimos que la situación escapa a nuestro control. Nos sentimos mal por no haber reaccionado como “tocaba”. Sentimos que no estamos a la “altura” de las circunstancias. Nos sentimos culpables por disfrutar de las cosas, por dedicarnos tiempo o cuidarnos a nosotros mismos o incluso por pedirlo”.
Para evitarlo, se debe en primer lugar, aceptar que existe un problema. También aceptar que no es el único cuidador. Involucre a otros y pida ayuda, dedíquese tiempo y momentos de respiro: tiempo libre, ocio, cuidado de uno mismo. Procure tener un tiempo reservado para hacer cosas propias. Intente facilitar la autonomía del familiar al máximo, favoreciendo la adaptación del entorno.
Así, es importante la información y formación. Comente la evolución del paciente con sus familiares y otros cuidadores. Acuda a Centros de apoyo y ayuda con enfermos que se encuentren en la misma situación o similares a las de su familiar. Acuda a Asociaciones, ONG’s, Centros de Día y siempre que lo necesite, contacte y pida ayuda a los profesionales sanitarios.
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