La alimentación es uno de los pilares del cuidado de nuestros mayores, por lo que es imprescindible conocer cuáles son los principales cambios que se producen en esta etapa para poder identificar posteriormente, qué tipo de necesidades pueden tener. Al igual que en cualquier etapa y tal como estuvimos hablando en el artículo anterior, es imprescindible antes de establecer cualquier diagnóstico y aplicar un tratamiento, conocer cuál es la situación en la que se encuentra cada persona, es decir, hay que hacer una valoración individualizada en la que conocer profundamente a la persona que tenemos delante.

Alimentación en los ancianos

La alimentación en la etapa anciana tiene que seguir siendo equilibrada, variada, sin eliminar los alimentos de ningún grupo, asegurando por supuesto que no haya ni excesos ni exclusión radical. Se recomienda seguir realizando cuatro-cinco comidas al día, procurando que las cenas sean lo menos copiosas posibles para que les ayude a hacer una buena digestión de los nutrientes y puedan mantener un patrón de sueño correcto. En cuanto a los diferentes nutrientes, podemos ofrecer información sobre lo siguiente:

  • Proteínas. Aporte aproximado del 10-15% de la dieta. Se pueden encontrar en alimentos como la carne, el pescado, las legumbres, etc. Son muy importantes para ayudar a la cicatrización de heridas, sobre todo úlceras por presión, ya que esta etapa aumenta la probabilidad de su aparición.
  • Hidratos de carbono. Aporte entre 50-60%. Podemos encontrarlos en la pasta, el arroz, cereales, verduras, legumbres. Se recomiendan evitar los de acción rápida como por ejemplo la glucosa (azúcar) por el riesgo de presentar diabetes.
  • Aporte entre 30-35%, de las cuales se recomiendan que las más abundantes sean las monoiinsaturadas que las encontramos por ejemplo en el aceite de oliva.

En el centros de día en Madrid de Salus Mayores apostamos por realizar una valoración individualizada con el objetivo de conocer las necesidades específicas de nuestros usuarios y, de esta manera, poder determinar qué tipo de dieta necesitan en cuanto a sus necesidades, patologías y/o la necesidades de suplementos en cuanto al estado de nutrición que presenten. Esto es un punto a favor dentro del cuidado de nuestros usuarios, puesto que nos ayudan a saber que están controlados desde el punto de vista dietético, ya que en determinadas enfermedades como la Hipertensión Arterial, la Diabetes o la elevación de colesterol (hipercolesterolemia) es una de las bases de su tratamiento.

Además de la importancia de conocer los grandes beneficios de mantener una buena alimentación, es necesario saber que esto también nos ayuda a prevenir una gran cantidad de enfermedades. Por ejemplo, en el caso de las mujeres, sobre todo cuando se encuentran en la fase de la menopausia, una de las principales enfermedades que se pueden observar es la osteoporosis. En este caso, se recomienda aumentar la ingesta de calcio para favorecer un fortalecimiento de nuestros huesos. Este tipo de mineral podemos encontrarlo en la leche y derivados (queso, yogur, etc.). Siguiendo en esta línea, se pueden evitar también patologías que pueden provocar una alteración en el rendimiento diario de nuestros mayores, como estados de desnutrición, aumento de la probabilidad de tener problemas cardíacos (infarto agudo de miocardio como más prevalente), infecciones respiratorias, etc.

Teniendo en cuenta toda esta información, podemos destacar que uno de los principales cuidados a incluir durante esta etapa es asegurar un aporte de nutrientes combinado con el mantenimiento de un buen estado de hidratación y la realización de ejercicio físico en la medida de lo posible, para conseguir no sólo que mantengan una buena salud desde el punto de vista fisiológico, si no para que también ellos mismos presenten un nivel óptimo en todas las esferas de su vida.

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