La reserva cognitiva podemos definirla como la estimulación de las capacidades mentales y la acumulación de experiencia a lo largo de la vida, que ayudan a nuestro cerebro a tolerar mejor los síntomas de una demencia o daño cerebral.
Tener una mayor reserva cognitiva (R.C) no es un antídoto para evitar enfermedades mentales ni el envejecimiento neuronal, pero sí que es un factor muy influyente en el retraso del deterioro cognitivo. Sí una persona tiene una mayor R.C, su cerebro tardará más tiempo en mostrar los síntomas de una demencia, además, una vez que aparecen estos síntomas su deterioro será menor que otra persona con menos R.C.
La R.C puede aumentar con la práctica del ejercicio físico, también aumentando nuestra actividad mental y actividad social. Las actividades diarias más recomendadas para aumentarla son: lectura, viajar, aprender nuevos idiomas, aprender a tocar un nuevo instrumento, aprender a usar las nuevas tecnologías, mantener una vida social activa, realizar actividades como juegos de mesa, sudokus, crucigramas, etc.
Las investigaciones que dieron lugar al descubrimiento de este nuevo concepto, se realizaron con motivo de descubrir porque dos personas con la misma patología muestran daños cerebrales diferentes.
Uno de los modelos teóricos más reconocidos enumera varios factores que intervienen en la aparición de una mayor reserva cognitiva, estos son: factores genéticos, volumen cerebral, educación y complejidad laboral, actividad física, actividades de ocio, bilingüismo y estimulación cognitiva.
Podemos concluir que, todo aprendizaje deja una huella en nuestro cerebro, cuanto más profundo sea este aprendizaje mayor probabilidades tendremos de modificar nuestra estructura cerebral y hacerlo más resistente al daño o deterioro.
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Autor: Alba González Quevedo